EN EL DÍA DE LA MADRE

¡Madre! Oh sublime nombre, que sólo el pronunciarlo emociona a cuantos tenemos la dicha de tenerte aún, y en este día grandioso que dedicamos a rendirte tan merecido homenaje, de rodillas elevamos nuestras oraciones de gratitud al Todopoderoso que nos permite conservarte llenos de amor y felicidad.

Quien te perdió, con el corazón desgarrado de dolor, elevará también sus oraciones al Cielo, para que el Señor que así lo dispuso te tenga gozando de su divina gracia.

¡Madre! No sabría decir toda la grandeza que esta preciosa palabra encierra: amor, generosidad, talento, sinceridad; todo es poco madrecita, pues, siguiendo el ejemplo de María Santísima “Madre de Madres”, sabes ser dulce y tierna en la bonanza, fuerte y resignada en la adversidad.

Una flor roja prendida con mucho cariño cerquita del corazón, pregonará la alegría de los hijos que puedan abrazarte en este día, y, los pobrecitos hijos que te perdieron llevarán una flor blanca, también con mucho cariño, pero que dirá silenciosamente: “Mi madre está muerta...”

¡Benditas sean todas las madres del mundo, que nunca bien recompensadas estarán. Sólo ellas saben cumplir tan sagrada misión, y, cual si fueran un Ángel
de la Guarda cuidan con afán y celo de sus hijos: ¡Su más preciado tesoro!

¡Madre!
¡Oh qué nombre más dulce y tierno!
¡Madre!
Tú eres el consuelo en un penar
¡Madre!
Dijo en la cruz el Eterno
y el hombre en la adversidad.

¡Señor te pido me conserves siempre
este tesoro que tengo todavía!
Que mi lema será eternamente:
“Tú eres mi joya”... ¡Madre Mía!


This entry was posted on viernes, noviembre 07, 2008 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.
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